El adiós al Parlamento de Pepe Mujica y Julio Sanguinetti:
el fin de una era en Uruguay
Eternos rivales en la política oriental, los expresidentes
uruguayos cerraron juntos una página histórica. Emotiva ceremonia de despedida
en el Senado.
Dos viejos lobos, eternos rivales, en las antípodas del
pensamiento pero estrategas políticos como nadie y con una capacidad de
convocatoria que muy pocos tienen. Así son José ‘Pepe’ Mujica y Julio María
Sanguinetti, dos expresidentes que cierran juntos una página histórica de la
política uruguaya. Uno defensor de la izquierda, otro conservador de derecha,
pero ambos contrincantes con peso en la actualidad pese a la vejez (Mujica tiene
85 años y Sanguinetti 84).
Quizá el destino, pero fundamentalmente la terquedad de
estos dos personajes históricos para no querer abandonar la actividad en la que
militan desde que tienen uso de la memoria, hizo que decidieran dar un paso al
costado y abandonaran juntos, en una misma sesión, su escaño en el Senado tras
décadas vinculados a la política.
Mujica, de guerrillero a Presidente
Su atuendo informal, su forma de vida austera, los discursos
filosóficos y el pasado de armas hasta llegar al sillón presidencial son parte
de las características que definen a Mujica y que han generado que su apellido
sea considerado uno de los más influyentes de los últimos tiempos en
Latinoamérica. Pese a sus años y sus constantes exabruptos, Mujica sigue
generando una masa de seguidores única en Uruguay y es el senador más votado de
la lista más votada -el Movimiento de Participación Popular (MPP), sector que
integra el Frente Amplio (FA, izquierda)-.
Su vida estuvo marcada desde joven, al unirse en la década
del 60 al grupo guerrillero Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros
(MLN-T), que batalló en guerrilla -en épocas en las que aún había democracia en
Uruguay- y fue derrotado en 1972. Con la llegada de la dictadura cívico-militar
(1973-1985), Mujica fue encerrado en condiciones inhumanas, torturado y aislado
de casi todo tipo de comunicación por 12 años.
Una vez restablecida la democracia, el MLN-T abandonó las
armas y se unió al FA -fundado en 1971- en 1989. Con los años, la popularidad
de Mujica, su particular historia y especial carisma catapultaron al sector
como el de mayor convocatoria. El FA llegó al poder en 2005 de la mano de
Tabaré Vázquez (2005-2010 y 2015-2020) y, cinco años más tarde, Mujica
consiguió la Presidencia.
En su gobierno su imagen recorrió el mundo, se lo catalogó
como “el presidente más pobre del mundo” por vivir en una finca y donar su
sueldo a un plan de vivienda. Sus discursos en ámbitos internacionales y las
leyes aprobadas -matrimonio igualitario, legalización del aborto y marihuana
legal- le dieron gran resonancia al país fuera de fronteras.
Sanguinetti, el artífice de la coalición
De diferente perfil a Mujica, más estructurado, elocuente y
académico para hablar, con un aspecto también particular -sobre todo por su
características cejas que han sido objeto de caricaturas e ilustraciones-
Sanguinetti ha sido un actor clave en la democracia uruguaya. Este historiador,
escritor, abogado, pero, sobre todo, político de raza, fue el primer presidente
electo tras la dictadura y gobernó Uruguay en dos periodos: 1985-1990 y
1995-2000.
Desde su sector, Batllistas, ha liderado al histórico
Partido Colorado (PC-centroderecha) y es uno de los personajes más influyentes.
Con su carácter y liderazgo político llevó adelante una primera presidencia en
la que la sociedad uruguaya aún se encontraba con las heridas frescas por la
dictadura de 12 años que azotó al país.
Tras el derrumbe político del PC a comienzos del siglo XXI,
fundamentalmente tras la crisis del 2002, Sanguinetti dejó la política
“formal”, aunque constantemente hacía apariciones públicas. Sin embargo, para
las últimas elecciones internas sus compañeros de partido fueron a buscarlo y
le pidieron que volviera a calzarse los botines de la política para ayudar a
levantar un partido que, en las encuestas, estaba en el olvido.
Aunque no logró vencer a Ernesto Talvi en esa instancia
electoral, Sanguinetti sacó a lucir su capacidad negociadora, los pergaminos
que lo colocaron en la historia como un político de pura cepa y fue el artífice
y motor del acuerdo entre cinco partidos que permitió la coalición multicolor
que gobierna el país bajo la Presidencia de Luis Lacalle Pou.
Quien se va sin que lo echen...
¿Realmente es el fin de la vida política de Sanguinetti y
Mujica? Esa incógnita solo podrá ser respondida más adelante ya que los hechos
han demostrado que ninguno soporta mucho tiempo fuera de la actividad que los
ha definido. Sanguinetti se había retirado de la política formal, ya no iba a
ser candidato, pero volvió con todo en 2018 y desde ahí se plantó en la escena
política como en sus mejores años.
Mujica, quien en 2018 también renunció al Senado para
descansar tras “su largo viaje” de la vida, también volvió a la escena para
intentar ayudar al FA a ganar las elecciones de 2019 -algo que finalmente no
consiguió-. Ahora, los dos expresidentes cuyas vidas políticas han sido
paralelas, contrapuestas pero complementarias, renuncian juntos. Un poco por la
pandemia -ya que ambos son población de riesgo-, tal vez también por cansancio
y por dar cierre definitivo a una etapa.
A pesar de todo, es probable que estos dos viejos lobos, el
guerrillero y el académico, el de casa pequeña y el intelectual de cejas
grandes, todavía tengan mucho por vivir, ya que, desde el principio hasta el
fin de sus días, ambos serán políticos.
Fuente: EFE
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